domingo, 2 de mayo de 2021

Educaciòn venezolana en tiempos pandèmicos

No sin demasiada preocupaciòn escuchè a una niña poco emocionada por haber pasado "por fin" de sexto grado a primer año, exclamar con motivo de la celebraciòn de su grado:

-¡El papà mìo y la mamà mìa me mandaron a sè un cuadro con una foto de la cara mìa!-

Evidentemente la "educaciòn" a distancia en nuestro paìs no està dejando resultados positivos, por màs que el gobierno y el recièn fallecido ministro de Educaciòn asegurasen en cadena nacional que el año escolar pandèmico fue todo un EPSITO, que no un èxito.

A esto hay que sumarle otra preocupación que mortifica por igual a expertos venezolanos en áreas relacionadas con la educación y la niñez, a docentes y directivos, y a padres, madres y representantes responsables quienes observan impotentes como después del virus del COVID-19, el virus de la IGNORANCIA dejarà una huella indeleble en nuestro paìs.

De hecho, la Red por los Derechos Humanos de los Niños, Niñas y Adolescentes (Redhnna), coalición local de organizaciones sociales, académicas y comunitarias; centros e institutos de investigación, y defensores, han contabilizado 10 mil deserciones escolares en el marco de la compleja emergencia humanitaria que atraviesa Venezuela desde 2015.

Existen números que reflejan parte del problema. Pese a los esfuerzos para optimizar una estrategia “multimodal” de educación a distancia en las 176 escuelas de Fe y Alegría, una importante red de escuelas de la Compañía de Jesús que ofrece oportunidades de estudio a los sectores más pobres de la sociedad venezolana, la totalidad de los alumnos no ha podido ser alcanzada.

De acuerdo con cifras suministradas por la coordinadora nacional de Ciudadanía de Fe y Alegría, Yameli Martínez, para la última semana de abril, el 30 % de los estudiantes, ubicados sobre todo en zonas indígenas, rurales y fronterizas del interior del país, pero también en algunas incomunicadas barriadas populares de la capital, seguían al margen de la modalidad de educación a distancia por distintos factores.

A las fallas eléctricas, que dejan a oscuras gran parte de la naciòn, que ironicamente produce su propia electricidad, por más de 48 horas consecutivas, se suman las dificultades de conectividad en un país que figura en el penúltimo y antepenúltimo lugar de los rankings mundiales del portal Speedtest en cuanto a velocidades de banda ancha y móvil, respectivamente.

Pero eso no es todo.

La agudización de la crisis económica, tras una ligera mejoría en los primeros meses del año, ha obligado a muchos de los alumnos, sobre todo en la etapa de educación básica secundaria y media, a trabajar en el marco de la contingencia para ayudar en el hogar.

En Fe y Alegría, están diseñando ‘motu proprio’, un plan de nivelación para los estudiantes que se reincorporen, de modo que puedan ascender al grado superior inmediato. Pero son conscientes que no todos lo lograrán.

La pandemia origina cambios en los planteles: ya sea porque los alumnos se retiren definitivamente o porque se cambien de institución a otras más cercanas, debido a las limitaciones de transporte por la también agudizada escasez de combustible. Esto no solo en cuanto al alumnado. También con los docentes. Aunque para la última semana de abril, Fe y Alegría había conseguido que 85 % de sus maestros se incorporara a la dinámica a distancia, hay todavía un porcentaje importante de los docentes en zonas remotas, en algunos casos sin siquiera un teléfono inteligente a su disposición.

Tras el decreto de suspensión de actividades escolares presenciales con motivo de la llegada de la pandemia, los distintos actores involucrados han buscado adaptarse a una dinámica que para algunos, como Serrano, ha sido “brusca e improvisada”.

Sin embargo, en declaraciones del difunto ministro para la Educación, Aristóbulo Istúriz, celebraba que se había “garantizado la consecución del año escolar en medio de la cuarentena”, e informaba del programa ‘Cada familia una escuela’, estrategia pedagógica que estaría apoyada de medios audiovisuales y redes sociales.

De acuerdo con los datos de Fe y Alegría, entre el 20 y el 24 de abril apenas la mitad de sus docentes tenía televisión, una cifra que disminuía considerablemente a 21 % cuando se trataba de sus alumnos. En cuanto a las redes sociales, la que tenía más acceso era WhatsApp, con 34 % de maestros y 18 % de sus estudiantes.

¿Còmo hablar de educaciòn de calidad sino podemos impartir una verdadera educaciòn, la cual hemos sustituido por una MAMADERA DE GALLO en la cual el alumnado està recibiendo un MATEO que los ahoga en el mar de la IGNORANCIA y los sepulta en el camposanto de los MEDIOCRES?...

De panita y todo, me se cae la cara mìa de la vergüenza.


Lic./Psic. J. A. Gòmez Gimènez.