martes, 6 de octubre de 2020

La formación y consolidación de la conciencia nacional en algunos países, fue una de las bases para la creación de los Estados-Naciones y la aparición de las ideologías nacionalistas, al igual que la lucha del liberalismo y otros movimientos progresivos que estuvieron contra el absolutismo y el conservadorismo, para ampliar los derechos políticos del pueblo.

Estas cuestiones resultan muy importantes puesto que Simón Rodríguez y en especial Simón Bolívar, se esforzaron por crear y fortalecer repúblicas de la América antes Española, para la cual asignaron una importancia a la Educación y a la Conciencia Nacional que debía convertirlas en sustento espiritual de las repúblicas recién creadas.

En este sentido, la formación de los estados nacionales es un proceso de larga duración, en el cual intervienen numerosos factores y que en cada país ha tenido su propia modalidad. La diversidad de circunstancias que provocaron la constitución de los Estados-Naciones y las popularidades de cada situación, dificultan la extracción de conclusiones generales aplicables a todos los países, por lo que es recomendable estudiar cada caso en particular.

El Estado-Nacional como forma de organización política de los distintos países, fue el resultado necesario del desarrollo del Capitalismo. La Burguesía desplazó el poder efectivo de los Monarcas Absolutistas, y pasó a ocupar una posición dominante en el Poder Político, ejerciéndolo en forma directa y controlando la acción del aparato estatal.

Así mismo; Bello decía que “La riqueza de un país no consiste siempre en su crédito y en sus recursos pecuniarios: es preciso que, además, sepa proveerse así mismo; y cuando haya llegado a este estado, entonces debe considerarse, no solamente rico, sino también libre e independiente”.

El desarrollo político de la Burguesía y la constitución de los estados- nacionales fueron impulsados por el pensamiento liberal, el cual se vio influenciado por estos procesos. El liberalismo político adquirió importancia cuando se promovió y dirigió movimientos contra los Monarcas Absolutistas

La Ilustración fue un movimiento heterogéneo y sumamente complejo de los Europeos en contra los sectores conservadores. El liberalismo político representó la culminación de un proceso cuyos orígenes pueden encontrarse en la lucha de las ciudades para mantenerse libres frente a los soberanos (siglo XI en el Norte de Italia); este pensamiento adquirió gran fuerza durante el Renacimiento (siglos XV y XVI) e hizo eclosión en el siglo XVIII con la Ilustración, la cual dio origen a dos corrientes de pensamientos fundamentales: El despotismo Ilustrado y el liberalismo político.

Puede considerarse como la culminación de un lento proceso de maduración intelectual-científica iniciada durante el renacimiento. Este proceso estuvo impulsado por el desarrollo de la actividad manufacturera y por el aumento del poder económico de la Burguesía, que aspiraba mayor poder político. Es difícil determinar el inicio de un movimiento como el de la Ilustración, se puede remontar sus antecedentes por la orientación y trascendencia de sus trabajos, se consideran a Juan Locke (1.632 y 1.704) y a Isaac Newton (1.642-1.727), como iniciadores de dicho movimiento.

 Locke, en relación a las concepciones políticas sostenía que la soberanía residía en el pueblo, dependía el Régimen Parlamentario, propuso la división de los poderes y propugnaba la igualdad social, la inviolabilidad de la vida, el derecho a la propiedad y a la libertad personal.

Según Locke “aquello que da inicio y constituye en realidad a una sociedad política no es más que el consenso de un grupo de hombres libres capaces de formar una mayoría para unirse e incorporarse a tal sociedad. Y esto y sólo esto es lo que dio o pudo dar principio a cualquier gobierno legítimo del mundo”.

Las características generales de este movimiento en las ideas de los pensadores son: se considera la experiencia sensible como el punto de partida para el conocimiento del mundo; la naturaleza y la sociedad están regidas por leyes constantes que podían conocerse mediante la razón; el logro de la felicidad era tan considerado como el fin de la actividad humana; los intelectuales se esforzaron por encontrar reglas sólidas que permitieran lograr la felicidad humana, se alentó el individualismo y la libertad individual, se atribuía a la ciencia y a la técnica un papel fundamental para el logro del progreso social y la felicidad; se consideraba la educación del pueblo como el medio más idóneo para el perfeccionamiento del hombre y el progreso social.

Por otra parte, el Despotismo Ilustrado o Absolutismo Ilustrado, es un movimiento originado desde el poder por algunos Monarcas Europeos, el cual ocurrió paralelo a la Ilustración. Con este movimiento los Monarcas intentaron “Reconstruir su estado mediante el empleo de la razón”. Este movimiento se expandió por numerosos reinos Europeos y en cada uno de ellos tomó sus propias características, a pesar de sus diferencias.

Los Monarcas Ilustrados tuvieron rasgos comunes: Buscaron  el consejo de filósofos, tendieron a centralizar el poder y a organizar el Estado. Con la realización de su política los soberanos lograron la centralización política y la unidad económica de sus reinos como consecuencia de la eliminación del poder de los sectores feudales.

El Despotismo Ilustrado se caracterizó porque la razón debía guiar siempre las decisiones de los soberanos; la realización de obras de infraestructura que facilitaran el proceso económico fue una constante; los monarcas intentaron realizar reformas para modificar las relaciones feudales.

Otra idea política fue El Romanticismo Político, que se manifestó con dos corrientes principales. Una de ellas enfrentándose a las nuevas ideas económicas y políticas y a los movimientos revolucionarios de la época. La otra corriente acentuó la tendencia individualista y libertaria del Romanticismo, se enfrentó al absolutismo y reivindicó la primacía de los Derechos Individuales frente al estado y llegó a confundirse con el liberalismo.

Juan Jacobo Rouseau (1.712-1.778), puede considerarse uno de los iniciadores del Romanticismo y en especial de la corriente libertaria, estableció la primacía de los sentimientos y de las virtudes morales sobre ésta; es por ello que se le ubica como uno de los precursores más importantes del romanticismo.

De igual forma, se consolidó un movimiento político a mediados del siglo IX. Sus fuentes inmediatas fueron la Ilustración y la Escuela de Manchester. De ésta, el liberalismo tomó la concepción de la libertad de empresa y libertad individual, de la igualdad, la tolerancia, la racionalidad, el derecho a la propiedad y de su confianza en el progreso del hombre y la sociedad.

El liberalismo se desarrolló en el marco social de la revolución industrial, del crecimiento de la burguesía y del ascenso de esta clase a posiciones políticas dominantes y específicamente al poder político. La doctrina liberal expresó los intereses de ideología de la burguesía; también coincidía con las inquietudes de los intelectuales, de los pequeños propietarios y de la pequeña burguesía en formación, es decir, la clase media.

En el aspecto político, los liberales basaron la organización de la sociedad en el pacto social, cuya expresión era la constitución nacional; esta fijaba los derechos y deberes de los ciudadanos y los protegía de la intromisión del gobierno y en su libertad y los negocios particulares; al gobierno se le concebía como una función política, una creación del cuerpo político; además, impusieron la conocida división de los poderes legislativo, ejecutivo, judicial.

En lo intelectual, el liberalismo se caracterizó por proclamar la tolerancia religiosa, el respeto a todas las ideas, y creyó que podría lograrse el cambio progresista de la sociedad mediante la extensión de la educación.

Así, Saint Simon, Owen Y Fourrier, notables figuras del pensamiento utópico fueron unos virulentos y consecuentes críticos de la sociedad capitalista, y manifestaron gran simpatía por los obreros y el pueblo en general. Propusieron proyectos de organización social ideales, donde reinara la igualdad y la justicia sociales, convirtiéndose en emporios de felicidad en este mundo para todos los seres humanos.

Los utópicos creían que estas nuevas sociedades podían lograrse al convencer de sus bondades a empresarios y gobernantes, y al persuadirlos de la necesidad de reformar a la sociedad, dándole una organización racional que permitiera mejorar la situación material y cultural de los obreros y de los demás sectores del pueblo.

Los tres utópicos y sus seguidores dieron origen a movimientos conocidos como Sansimonismo, Owenismo y Fourrierismo, que pervivieron después de la muerte de esos grandes hombres y que aún subsisten. Los movimientos utópicos se caracterizaron por su insistencia en llevar a cabo sus proyectos a pesar de sus continuos fracasos; crearon periódicos, revistas, cooperativas, centros de estudio, facilitando así la organización de los trabajadores en torno a los movimientos socialistas y educándolos en estas ideas:

El Sansimonismo, iniciado por Enrique de Saint Simon (1.760-1.825), tuvo connotados seguidores, entre los cuales cabe destacar a San Armando Bazar (1.791- 1.823), Olinto Rodríguez (1.794-1.851) y Próspero Enfantin (1.796-1.864). Saint Simon, fue defensor de la propiedad privada, pero los bancos estarían constituidos por fondos comunes de los productores quienes los dominarían. El estado, tal como se conoce, desaparecería y estaría constituido por un conjunto de industrias y bancos que regularían el proceso productivo.

A pesar de promover profundas transformaciones sociales, Saint Simon se oponía a la violencia revolucionaria y pensaba poder lograr su propuesta socialista por medios pacíficos, convenciendo de las bondades de la nueva organización social a los gobernantes políticos y empresarios. Los seguidores de Saint Simon divulgaron sus ideas, pero a diferencia de éste, llegaron a pensar en la abolición de la propiedad privada, la cual veían como la causa de la explotación de los obreros, de la miseria y de la desigualdad social; el proceso de abolición de la propiedad privada se haría paulatinamente, anulando el derecho de herencia.

El Fourrierismo, fue un movimiento iniciado por Carlos Fourrier (1.772-1.837), quien fue connacional y contemporáneo de Saint Simon, al cual sobrevivió doce años. Fourrier era empleado de comercio, lo que le permitió aprehender los mecanismos mercantiles y aproximarse al conocimiento de las relaciones capitalistas para someterlas a la crítica. En los seguidores de Fourrier predominaban las personas de la clase media intelectuales, profesionales, pequeños comerciantes, artesanos.

El Owenismo, creado por Roberto Owen (1.771-1.859), hijo de artesano, se convirtió en patrono de una fábrica de hilados en Escocia, donde entró en contacto con los obreros y se percató de su miseria y de los abusos que se cometían con los niños trabajadores; esto le hizo concebir medidas para mejorar la condición social de los trabajadores y proyectos de transformación social, los cuales intentó llevarlos a la práctica, en ellos, la educación tenía una gran importancia. También afirmaba que el ser humano es el resultado del medio social, por lo que era necesario cambiarlo y, educar a los obreros y a sus hijos.

Simón Rodríguez (1.771-1.854), fue un pensador utópico, otros personajes de esta misma tendencia de pensamiento fueron José Ignacio Abreu e Lima (1.797- 1.869) y Flora Tristán (1.803-1.844).

Con palabras de Ángel Rama: “La vigencia del pensamiento de Simón Rodríguez, que hoy resplandece intacto como si acabara de formularse para las sociedades latinoamericanas del presente, se debe tanto a su constitutivo fundamento democrático, elaborado en el crisol optimista de iluminismo y de la revolución emancipadora, como al fracaso de los Estados nacidos de la independencia para llevar a cabo las doctrinas de redención social que animaron el movimiento libertador.”

Simón Bolívar, su concepto de estabilidad y de orden socio-político, así como su idea de virtud política, de libertad, de igualdad, su oposición a la esclavitud, su preocupación por la justicia social, su concepción de la política como servicio público y su lucha contra la corrupción, debieron incomodar a muchos liberales.

Por su parte, Rodríguez también se consideraba liberal, pero criticó el liberalismo económico, el cual no creía adecuado para las repúblicas de la América antes Española, y también se opuso al excesivo individualismo. Por otra parte, Rodríguez compartía con el Libertador la idea de Estado y de Gobierno, y los conceptos de libertad, igualdad, justicia social, de virtud política y de la política como servicio público.

Bolívar y Rodríguez, sin descartar las libertades individuales, dieron preeminencia a la interpretación socio-política de la libertad, la cual unieron al bien común. Sin embargo, a pesar de las diferencias que tuvieron con los grupos liberales, los dos personajes compartieron en sus líneas generales los ideales del liberalismo ante expuestos.

Es por esto que ambos personajes dieron una gran importancia política a la primera escuela, institución que consideraban básica para consolidar las Repúblicas, pues, como dijo Simón Rodríguez estas estaban “Establecidas pero no Fundadas”, y precisamente la escuela primaria debía contribuir a darles su fundamento, es decir, debía educar para la construcción nacional.

La primera escuela o escuela primaria cumplía con dos propósitos, que se mantienen en actual educación básica, uno individual que se refiere a la autorrealización personal, es decir, se orienta hacia la formación y desarrollo de los niños y jóvenes en los aspectos intelectual, moral y físico; y el otro de carácter social. El propósito social debe cumplir con tres funciones asignadas a la Escuela:

La Sociopolítica, en ella se pueden distinguir cuatro aspectos: educar el amor y a la patria y en el sentimiento nacionalista, educar para la defensa del sistema socioeconómico y político, y para la participación política; educar la participación en la sociedad civil; y educar para la cooperación internacional.

La Sociocultural, que puede manifestarse con múltiples aspectos: la cultura general; la cultura histórica y geográfica; la cultura filosófica; la cultura científica; la cultura ética y humanística; la cultura religiosa; la cultura idiomática y literaria; la cultura artística; la cultura sanitaria; la cultura ecológica; la cultura nacional y regional.

La técnica o instrumental, cuyo propósito es preparar al discente para que pueda proseguir estudios y/o, por otra parte, capacitarlo para que pueda incorporar al trabajo.

La escuela primaria era, para la época, la institución más idónea para educar la población. Bolívar dio una gran importancia a esta escuela pero también se ocupó de los otros niveles y modalidades. Sin embargo, a pesar de la importancia que dio a la educación escolar, el Libertador tuvo una visión amplia de la educación, que trascendía esa forma de educación. La concebía como un proceso social global del cual eran responsables distintos agentes, pero teniendo el estado la mayor responsabilidad.

En relación a su cualidad, es sabido que Bolívar consideraba que las leyes debían ser propias del país, adecuada a su realidad, basarse en su cultura propensa a la transformación social, ser sencillas y conformar un todo coherente, de manera que el ciudadano sintiera las leyes como suyas, y no impuestas y ajenas a él.

La educación con el ejemplo también era muy importante en la educación escolar, y en particular en la escuela primaria. En ella, la educación debía trascender la mera instrucción, por lo cual los docentes debían ser personas que pudieran ser ejemplo para sus discípulos.

La educación escolar fue una de las cuestiones que ameritó la atención preferente del Libertador, además se esforzó por poner en práctica la idea de la educación popular vigente en su época, que se expresaba en la generalización y obligatoriedad de la escuela primaria.

Es importante señalar que el decreto del 5 de diciembre de 1.829, daba una gran importancia a la educación moral en la escuela primaria. También se ocupó de los colegios, que eran institutos educacionales que preparaban a los jóvenes para su ingreso en la Universidad. La relación que existía entre estos dos tipos de instituciones debió motivar la intención de ligarlas más estrechamente, para así poder coordinar mejor su acción educativa. Estas disposiciones debieron responder a la necesidad de desarrollar los estudios universitarios.

El Libertador creía que la Universidad debía contribuir al fortalecimiento de las Repúblicas; para ello la institución se construiría en el centro impulsor y orientador de la ciencia, la cultura y de la educación escolar del país. Y además de preparar profesionales para la República, la universidad debía ser el centro de formación de los intelectuales de nivel superior, destinados a dirigir la República y/o defender su sistema político.

Estos intelectuales debían tener a su cargo la responsabilidad de lograr la cohesión ideológica de la población del estado-nacional, en torno a la moral social y los intereses de los grupos dominantes, que debían legitimar con su trabajo intelectual.

La aspiración de Bolívar de modernizar y actualizar la Universidad se manifestó a plenitud en 1.827, año fructífero para la educación universitaria. De este año fueron: el decreto mediante el cual se permitió a los doctores en medicina ser rectores de la Universidad de Caracas, los nuevos estatutos de la Institución y la creación de la Facultad Médica de Caracas, la organización de la Universidad de Quito, y la creación de los estudios de jurisprudencia en el Colegio de Antioquia.

En el aspecto académico, los Estatutos Republicanos organizaron la Universidad en cuatro facultades: filosofía, teología, jurisprudencia y medicina; las cuales comprendían sus respectivas cátedras. El uso del latín continuó siendo fundamental en los estudios universitarios, pero se incluyó el estudio de la literatura, el griego, el francés y el inglés.

Para estudiar en la facultades de teología, jurisprudencia y medicina era necesario aprobar los tres años de los cursos de la facultad de filosofía, en la cual se ingresaba previa aprobación de los cursos de latín y de literatura (retórica) o de haber demostrado el dominio de las materias mediante la presentación de un examen. En estos aspectos se mantuvo el criterio de la Universidad de la época colonial.

En relación a la actualización y modernización de los planes de estudio, debemos distinguir los estudios profesionales y los de filosofía y letras. Estos últimos cursos, cada uno en su ámbito, mantuvieron los propósitos de lograr la cohesión ideológica de todos los cursantes universitarios, de dotarlos de una sólida cultura general y humanística básicas, y de prepararlos para proseguir estudios en la Universidad.

Finalmente, en los decretos buscan el propósito político de lograr la coherencia y cohesión ideológica en los estudiantes y egresados de la universidad, de manera que pudieran cumplir a cabalidad el rol de grado intermedio. La formación ideológica se fundamentaría en la doctrina y valores del catolicismo. Se puede presumir que Simón Bolívar acogió este criterio debido a que seguramente vislumbró en la religión católica y su iglesia las “reservas morales” que pudieran enfrentar la corrupción, la ausencia de virtud política en los dirigentes y la crisis de la moral social que percibía y denunció en repetidas oportunidades.

También es importante señalar que los requisitos de ingreso a la Universidad (dominio del latín y de la retórica) y del plan de estudios de bachillerato en filosofía, cuya aprobación era obligatoria para estudiar cualquier carrera, también cumplían con el propósito de la coherencia y conclusión ideológica de los cursantes y egresados.

 

 

Lic./Psic. J. A. Gómez Giménez.